El 16 de septiembre de 2019, Noema Alavez estaba sentada en su carro raspando un billete de lotería mientras sus dos hijos jugaban en un parque infantil de Bridgeton, Nueva Jersey.
Unos minutos más tarde, Noema los fue a chequear. Su hija Dulce María Alavez, de cinco años, no estaba por ningún lado.
Algunas personas en la cancha de baloncesto, al lado del patio de recreo, le cuentan a Noema que Dulce María corrió detrás de unos galpones al mismo tiempo que pasaban dos hombres y que quizás uno de ellos se la llevó. Acto seguido la madre llama al 911.
Siguió una búsqueda policial, con ayuda de autoridades estatales y federales. A pesar de lo que dijeron las niñas en la cancha de baloncesto, la Policía dijo que no tenían prueba de un secuestro-- el requisito para una Alerta Amber.
“Durante la mañana todavía esperábamos encontrar la niña tal vez en la maleza o enredada”, dijo el jefe de Policía de Bridgeton. A medida que pasaban las horas, Noema rogó a los funcionarios que emitieran una Alerta Amber.
Unas 29 horas después de que la Policía acudiera a la escena, se emitió una Alerta Amber. Ese aviso describía a un sospechoso y el auto en el que se creía que se llevaron a la niña. Pero sin cámaras en el parque, la Policía no pudo corroborar las declaraciones de los testigos que resultaron en la Alerta Amber.
La investigación sigue activa y se toman en cuenta todas las pistas que han llevado a los uniformados a recorrer todo el país hasta llegar a hasta México. Las autoridades locales también han seguido enfocadas en la familia de Dulce María, ejecutando una orden de allanamiento en su casa años después de la desaparición de la pequeña. Hasta el día de hoy, Dulce María sigue extraviada.