California

Convertir el estiércol de vaca en combustible podría estar afectando la salud de residentes de California

Una residente cree que sus alergias, el asma de su hijo adulto y los problemas de otros están relacionados con la contaminación de las granjas lecheras cercanas.

Las granjas lecheras a escala industrial ya se encuentran entre los mayores contaminantes del Valle de San Joaquín, una de las principales regiones agrícolas de Estados Unidos, que tiene mala calidad del aire. (Foto de archivo)
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PIXLEY, California - El hedor a heces de vaca, orina y amoníaco obliga a los residentes a mantener puertas y ventanas cerradas en algunas zonas agrícolas de California. Algunas personas utilizan constantemente purificadores de aire en casa para contrarrestar el olor y, según dicen, combatir las dolencias relacionadas con el aire.

"Tenemos muchos problemas de salud en esta comunidad y la mayoría de ellos son problemas respiratorios", dijo Beverly Whitfield en medio de las granjas lecheras de Pixley, un pequeño pueblo en el condado de Tulare. Ella cree que sus alergias, el asma de su hijo adulto y los problemas de otros están relacionados con la contaminación de las granjas lecheras cercanas.

Las granjas lecheras a escala industrial ya se encuentran entre los mayores contaminantes del Valle de San Joaquín, una de las principales regiones agrícolas de Estados Unidos, que tiene mala calidad del aire. Ahora, a los residentes como Whitfield les preocupa que los digestores de metano, que pueden convertir el estiércol en un biocombustible más limpio que los combustibles tradicionales como la gasolina, puedan exacerbar los problemas de salud. Los expertos en biocombustibles dicen que los digestores pueden reducir la contaminación del aire.

California, hogar de alrededor de 1.7 millones de vacas, es el principal productor de lácteos del país y un gran contribuyente de metano. Los eructos y el estiércol de las vacas emiten un potente gas que calienta el planeta y que, en un período más corto, es mucho más potente que el dióxido de carbono.

En las últimas décadas, los digestores que convierten estiércol y otros desechos orgánicos en biogás para generar electricidad o impulsar vehículos se han extendido por todo el país.

Se espera que la cifra aumente desde que las prácticas de gestión de residuos, como los digestores, pasaron a ser elegibles para recibir financiación de la Ley de Reducción de la Inflación, la legislación del presidente Joe Biden para combatir el cambio climático.

La mayoría de los digestores se encuentran en granjas lecheras que capturan metano del estiércol de vaca y lo convierten en biocombustible. El estiércol de vaca licuado comúnmente se almacena en un digestor cubierto donde los microbios del sistema digestivo de los animales producen gas. Luego, el gas se limpia y se comprime hasta convertirlo en un combustible líquido que puede utilizarse como fuente de energía.

En la última década, han surgido alrededor de 120 digestores en California y aproximadamente 100 más están en planes. Pero una tecnología aclamada como una forma rentable de ayudar al estado a alcanzar sus objetivos de reducción de metano se ha vuelto controvertida.

Las organizaciones de justicia ambiental dicen que las comunidades latinas, en su mayoría de bajos ingresos, están lidiando con la contaminación de los digestores cercanos y quieren que California deje de brindar incentivos financieros para más. Los críticos también dicen que las políticas estatales favorecen a las granjas lecheras industriales, afianzando la ganadería insostenible.

Rebecca Wolf, del grupo ambientalista Food and Water Watch, indicó que el estado está incentivando a las granjas lecheras a seguir ejecutando grandes operaciones que ya contaminan. "Nunca vas a dejar de contaminar" con este sistema implementado, afirmó.

Las granjas lecheras sostienen que el programa financiero del estado juega un papel importante. "Tiene que haber algún incentivo financiero para ceder una parte de su tierra para operar estos sistemas", expresó el productor lechero Brent Wickstrom, cuyo digestor entró en funcionamiento recientemente.

Los partidarios señalan la eficacia de la tecnología para mitigar el cambio climático. AgSTAR, patrocinado por la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), estima que los digestores a base de estiércol redujeron las emisiones de gases de efecto invernadero en más del equivalente de 10 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono en 2022. Esas son aproximadamente las emisiones anuales de gases de efecto invernadero de más de 2 millones de vehículos de pasajeros.

Los defensores de esta tecnología señalan que el biocombustible a partir de metano reduce la contaminación al reemplazar los combustibles fósiles como la gasolina con combustible para vehículos más limpio.

"Esta tecnología reduce los olores y algunos contaminantes locales del aire", expresó Sam Wade, director de políticas públicas de la Coalición por el Gas Natural Renovable. "Al mismo tiempo, reduce las emisiones de gases de efecto invernadero", aseguró.

Mientras, los residentes cercanos a las granjas lecheras se quejan de moscas y olores fuertes.

"No quieres que las puertas estén abiertas porque tienes miedo de todos los olores", indicó Whitfield, cuya familia dejaba las puertas abiertas cuando se mudó a Pixley en la década de 1970. "Ahora todo ha cambiado con las granjas lecheras", agregó.

Algunas granjas lecheras afirman que las lonas de los digestores que cubren el estiércol reducen los olores. "En todo caso, debería contener algo de ese olor en lugar de producir más", dijo Wickstrom, el ganadero lechero del condado de Merced.

Los estudios han encontrado que las personas que viven cerca de grandes granjas lecheras pueden experimentar fatiga, problemas respiratorios, ardor en los ojos y secreción nasal si los olores están lo suficientemente concentrados. Un estudio de la Universidad de Wisconsin de 2017 encontró que los digestores pueden aumentar las emisiones de amoníaco hasta en un 81%. El amoníaco puede formar partículas finas que pueden ingresar a los pulmones y al torrente sanguíneo. La exposición prolongada a partículas se ha relacionado con problemas cardíacos y respiratorios.

"Tener una reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero es bueno, pero también hay que pensar en el impacto en la salud humana", opinó el autor principal Michael A. Holly, profesor asociado en el campus de Green Bay.

Los reguladores del aire de California expresaron que el estudio del Medio Oeste no se aplica necesariamente a las diferentes condiciones meteorológicas y tipos de digestores de este estado. Agregaron que se están realizando estudios para comprender los efectos de los digestores sobre las emisiones de amoníaco.

Un estudio reciente financiado por la Junta de Recursos del Aire de California encontró que las emisiones de desechos lácteos del Valle de San Joaquín contribuyeron poco a las concentraciones de ozono y partículas finas.

"Las implicaciones para la calidad del aire son básicamente nulas, y realmente podemos tomar una decisión sobre si se deben adoptar o no digestores en función de las emisiones de gases de efecto invernadero", indicó Michael Kleeman, investigador principal del estudio y profesor de la Universidad de California en Davis. "Ya hay tanto exceso de amoníaco en las regiones ricas en agricultura que (los digestores) no van a influir significativamente en la calidad del aire", mencionó.

María Arévalo, una activista y extrabajadora agrícola de 74 años, cree que su asma y apnea del sueño están relacionados con la contaminación de las granjas lecheras cercanas a su casa en Pixley. Duerme con una máquina que la ayuda a respirar. También su hijo, de 34 años, y su nieto, de 11.

Su vecindario a menudo huele a amoníaco, afirmó, pero muchas familias no pueden permitirse el lujo de tener aire acondicionado o abrir las ventanas para dejar entrar la brisa. "Estas granjas lecheras no deberían estar en áreas donde hay comunidades", señaló.

En su pueblo de unos 4,000 habitantes hay más vacas que personas. Según la organización sin fines de lucro Leadership Counsel for Justice and Accountability, las 26 granjas lecheras de Pixley albergan aproximadamente 140,000 vacas. Según AgSTAR, nueve tienen digestores funcionando en granjas con miles de animales.

Recientemente, 15 miembros del Congreso escribieron oponiéndose a la decisión del USDA de hacer que algunas prácticas agrícolas a gran escala, como techos y cubiertas para instalaciones de manejo de desechos, sean elegibles para financiamiento federal.

"El almacenamiento de cientos de miles de galones de estiércol líquido… contamina el aire y el agua de las comunidades circundantes. Este sistema de almacenamiento de estiércol inherentemente insostenible sólo se ve aún más arraigado por… los digestores", dijeron.

Los investigadores han descubierto que casi el 40% de las emisiones de metano procedentes de la actividad humana provienen de la ganadería y la agricultura. La EPA estima que cada vaca puede producir de 154 a 264 libras de metano al año.

En California, los partidarios consideran que los digestores son importantes para ayudar al estado a cumplir los objetivos climáticos y como una fuente de gas natural renovable para vehículos.

El biometano mejora el aire en las ciudades "porque los camiones no emiten muchas emisiones cuando funcionan con gas natural", indicó Eric McAfee, director ejecutivo de la empresa de bioquímicos y combustibles renovables Aemetis.

Joey Airoso, que tiene un digestor en su granja de 2,900 vacas desde 2018, descubrió que los olores disminuyeron y que los restos ricos en nitrógeno se podían utilizar como fertilizante para cultivos. "Eso es muy importante para el ambiente porque alivia la acumulación adicional de nitrógeno", afirmó.

Colin Murphy, del Instituto de Políticas para la Energía, el Medio Ambiente y la Economía de UC Davis, dijo que si bien los digestores tienen beneficios, no resuelven la contaminación del aire "y no hacen que sea más agradable vivir cerca de uno".

Algunos residentes del valle que se han quejado de olores y problemas respiratorios indican que les han dicho que se muden. Pero muchos han vivido en pueblos pequeños rurales mucho antes de que llegaran las granjas lecheras, y la reubicación no siempre es financieramente viable.

"¿A dónde te vas a mudar? No tienes dinero para mudarte", dijo Whitfield, la residente de Pixley con alergias.

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